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> Surf y literatura II: «Nanga» – Willy Uribe

>> Comentario de Eduardo illarregui – "Nanga" de Willy Uribe no es una novedad en el panorama literario nacional; fue editado en el ya lejano 2006 por la editorial Leqtor. En estos tiempos en los que las películas, los discos, los libros… tienen una existencia tan efímera, antes de ser descatalogados, reciclados, almacenados o pasto del cajón de oportunidades en alguna tienda de outlet, puede resultar anacrónico hablar de él, pero Nanga es una obra que ha escapado de este corto pero infinito ciclo, se ha salvado, por tanto, de las ardientes llamas de esta hoguera inextinguible del usar y tirar, recibiendo el indulto de la atemporalidad, privilegio solo reservado a los grandes clásicos. Uribe coge el testigo de otros autores como Joseph Conrad y plantea y da respuesta, al mismo tiempo, a la eterna cuestión de cómo se comporta el hombre moderno si vuelve a la naturaleza, a donde no llega la presión de las leyes ni las normas de la civilización occidental; y lo hace con una incansable búsqueda, a través de las asfixiantes selvas del sudeste asiático…

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nanga.jpg>> … de un sujeto llamado Lope Urrutia (quién sabe si en honor de Lope de Aguirre, el temido explorador español que fue en busca de El Dorado y osó rebelarse contra el mismísimo Felipe II); pero aquí Lope no es el buscador, si no el buscado, por un codicioso periodista llamado Isidro Zarra, al que la selva, una recompensa, la fama profesional en forma de un ‘reality’ en plan Quién sabe dónde, (dónde está Lope) le vuelven loco hasta el punto de cometer las más variadas tropelías contra los lugareños y sus propios hombres.

Y de fondo de todo esto está el surf: ¿Qué otra cosa si no, puede hacer a un joven de clase alta abandonar una vida resuelta y perderse en las selvas del sudeste asiático, donde la muerte y la miseria acechan por las esquinas? En una de las muchas islas que conforman la constelación insular de Indonesia, el protagonista lleva una vida tranquila, sin más lujos que los paisajes, las olas y alguna que otra visita a un burdel llamado New York House, hasta que el periodista perturbado y sus desdichados ayudantes hacen acto de presencia, comenzando así la cacería.

Si el nuevo libro de Willy Uribe," Los que hemos amado", es un libro que se lee rápido, Nanga es para leerlo despacio, para paladearlo como un cotizado vino rico en matices, para disfrutar cada una de sus palabras, de sus párrafos, donde nada sobra ni nada falta, para quedarse boquiabierto con su trama y su estructura, en la que se ensamblan de forma precisa, como los componentes de la maquinaria del mejor y más exacto reloj suizo,  la narración en primera persona de boca del protagonista con los extractos del diario de Zarra.

Nanga es por todo ello un libro atemporal, que sobrevivirá y perdurará a través del tiempo, hasta convertirse en un clásico; algo que también debería ocurrir con su escritor, que debería ser nombrado inmediatamente patrimonio cultural o bien de interés general, por el mundo del surf, pues es un auténtico privilegio que la gente surfera sea retratada y vista por el público en general,  a través de la mirada profunda de Willy Uribe, algo que ya lleva haciendo durante años con su cámara de fotos, en las revistas de surf con sus artículos, y que también hace en los libros. Tal vez esto sirva para quitar a los surfistas esa imagen superflua, de cabezas huecas, ganada muchas veces a pulso, y empiecen a mirarlos como a Lope Urrutia, tipos con inquietudes tan profundas que sacrifican bienestar material, éxito profesional, por el efímero deslizar por la pared de una ola.

Eduardo illarregui Gárate

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