Lo cierto | Por Nico Moramarco
Lo cierto es que todo cambia. Quizás sea lo único que sea cierto. Pienso esto mientras me acerco con mi Ford Fiesta y el 9’2 Murphy encima a mi sitio habitual de buscar olas. Es un día lluvioso pero hay algo de sur. Este año como dicen los aldeanos “el sur se ha metido” lo cual quiere decir que es el viento dominante durante la estación, en este caso el otoño. Es como si se hubiese ganado la batalla al viento gallego, al nordeste y en cuanto te despistas, sopla sur. Esto para un surfista en estas partes del mundo es algo muy significativo y hay que estar muy al loro, muy atento por si de repente te asomas y ves líneas de pana hasta el horizonte y el plumaje de las olas que rompen inmaculadamente peinadas. Cuando contemplas con la vista el mar con viento sur y buenas olas de lado, de perfil; es como una sinfonía de nubes y olas en perfecta sintonía. Nubes en movimiento. Brisa, y colores.
Personalmente, me pongo muy nervioso cuando sucede esto y lo único en lo que pienso es meterme al agua. Hora, marea, coeficiente, periodo. Las palabras de Tom Curren retumban en mi conciencia una y otra vez cual mantra en la búsqueda diaria: “time and tide is everything”. Y eso es cierto.
El caso es que últimamente los parkings de las playas que frecuento se han convertido en campings ‘ad hoc’. La gente literalmente acampa a sus anchas. No es extraño ver a decenas de caravanas y furgonetas pernoctando durante tiempo y bien entrada el otoño, que es cuando vienen los alemanes que parece que siempre están de viaje. Será que las olas en Dusseldorf dejan bastante que desear y si encima puedo acampar gratis durante meses, pues mejor todavía. Para allá voy. Entonces esto produce un efecto algo confuso en mí. Por un lado entiendo el derecho a todo el mundo a disfrutar de las playas y la naturaleza y acampar “by the face” pero por otro lado, me toca los cojones. Lo siento.
En última estancia también tiene algo que ver la laxitud de las autoridades competentes para apaliar la situación o por lo menos para regularla. ¿Adecuarlo y sacar rendimiento económico? ¿Prohibirlo directamente como lo hacen en Francia? Ni se te ocurra plantarte con tu auto caravana gigantesca y delúx en Las Landas sin más. Te echan en menos de lo que suene la primera estrofa de la Marsellesa. Por eso los que vienen aquí de otros lugares están encantados y ¿Por qué no? Pero claro, estos parkings no están preparados para estancias largas y se convierten en campings improvisados con los olores y desgaste que esto supone.
Pues este verano ha aparecido una familia insólita. Son alemanes y deben de ser como cinco o seis hijos y varios perros aparte de los padres. Toda una pandilla. Los niños son preciosos y la luz brilla de sus ojos mientras hablan de surfear. Son como los siete enanos pero en surf y no son enanos, sino rubios con melenas y de varios tamaños. Todos transmiten luz y ganas de vivir. Suelo hablar con Sean, el mayor, que maneja el inglés perfectamente y es de buena conversación. Ama al entorno igual que yo. Viven allí, donde aparco todos los días en mi peregrinación diaria.
Al principio me molestaban. Gruñía. Joder con los alemanes, llevan desde julio allí apalancados. Y encima no pagan el IBI. Llegué a echar la mirada hacía donde están cada vez que llegaba para ver si seguían allí deseando que se fueran. Pero no.
Supongo que el roce hace el trato o algo así, pero he cambiado de opinión. Ahora me encanta verles allí. Son como parte del entorno y lo valoro. Es más, cualquier familia que sea capaz de estar meses de esa manera, merece un respeto. Si encima son amables y no molestan, mejor todavía.
Así que todo cambia. Es lo único constante. La marea. El día. Las opiniones. Los titulares del periódico. Los vientos, el periodo, el coeficiente, los kilojulios, están en un constante vaivén de cambios.
Algunas cosas sí que son casi ciertas. Por ejemplo:
Las olas estaban perfectas hace una hora.
Basta que digas “cojo una y salgo” para que estés un rato largo esperando.
En el Sardinero la mayoría de las olas cierran.
El peor baño es el que no te das.
El que tiene paciencia no sabe lo que tiene.
Y así, algunas cosas más.
Pero lo cierto es que lo único cierto es el cambio.
Nico Moramarco