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> Reivindicando el espacio natural – Por Eduardo Luca

>> Hace unas semanas tuve oportunidad de asistir como invitado al programa radiofónico "Hemisferio Surf" que lleva a cabo Roberto Flores y que tuvo lugar en la tienda de Carlos Beraza, "Surf 33", donde coincidí además de con Carlos, con José M. Merodio.  Entre bromas, anécdotas e historietas jurásico surferas, Merodio me comentó que estaba muy bien recordar y actualizar la historia de nuestro deporte favorito; pero lo que a él le preocupa de verdad es el futuro del Surf. Y tiene toda la razón. En los últimos años han proliferado las escuelas y campamentos de surf. La ausencia de una normativa que constituya no sólo el pago de la correspondiente licencia al ayuntamiento de turno, ha complicado bastante el buen desarrollo de la actividad; sin embargo, de lo que yo conozco en Cantabria, tengo que decir que salvo muy escasas excepciones, el esfuerzo de escuelas y monitores por llevar a cabo su labor con la mayor profesionalidad es más que loable…

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surfers.jpg… (la Federación Cántabra de Surf, con muy escasos medios, se lo curra casi siempre por amor al arte); y el convencimiento cada vez más generalizado de que el buen rollo genera buen rollo; y lo contrario, exactamente lo contrario; me lleva a pensar que, a pesar de los factores negativos existentes, puede haber un futuro en relativa armonía, que siempre dependerá de una buena organización bajo una normativa flexible a la vez que claramente bien definida. Para ello es imprescindible la implicación de las instituciones públicas.

El ejemplo de lo que está sucediendo en Somo y Loredo, con sus luces y sombras, puede aportar una cierta perspectiva; pero quizá aún sea un poco pronto para hacer balance. Y a mí personalmente, me gustaría que pudiéramos ir un poco más lejos; creo llegado el momento en que los integrantes de la cada vez más numerosa comunidad surfera nos planteemos en serio reivindicar el espacio natural para la práctica de nuestro deporte, que obviamente es la playa y por extensión todo enclave costero donde exista una buena rompiente que nos permita ejercitarnos sobre las olas.

Me refiero concretamente y para empezar, a tan emblemáticos parques naturales de Liencres y Oyambre, joyas distinguidas de la costa cántabra. La afluencia humana que el verano trae consigo origina, aparte del merecido respiro para el comerciante local, no pocos problemas. Los prados próximos a las playas habilitados como aparcamiento de vehículos carecen de los mínimos servicios. Cámpings a tope que se vacían tras el fugaz paso de Agosto. Furgos y autocarvanas aquí y allá, sin mucho control…

Es hora de que las playas aún no martirizadas por la especulación y la construcción masiva de apartamentos (la mayoría de más que dudoso gusto) se gestionen de manera medioambientalmente sostenible; y eso tiene que estar en manos de escuelas y campamentos surferos bajo la supervisión de la autoridad competente. Hay que desarrollar espacios dotados de las infraestructuras necesarias para acoger la creciente demanda. Escuelas y campamentos deben ser auténticos lugares de convivencia y aprendizaje; no sólo de surf, windsurf, kitesurf, paddlesurf y otros deportes acuáticos, sino también del entorno natural.

Eduardo Luca

Foto Maxi del Campo

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