´Hotel los Ángeles´: Surf de Garrafón | Por Carlos Serrano

El pasado fin de semana se estrenó en el Centro de Surf de Somo la película “Hotel Los Ángeles”, dirigida por Ignacio Hergueta, que contó con la colaboración de su amigo y local de Somo, Samuel Bedia, para dar lugar a un film dinámico, heterodoxo y ecléctico. “Hotel Los Ángeles” presenta todos los elementos que cualquiera espera ver en una película de surf (drogas, furgos, maniobras y tubos), pero a la vez, en palabras del propio “Nacho”, “se conduce a través de un hilo conceptual no tan previsible, ni habitual, como es la mera existencia de una generación que aborda el surf como un medio de expresión, más que un deporte donde la competitividad parece ser cada día mayor”.

El estreno de la película congregó a numerosos asistentes, realizándose tres pases debido al escaso aforo del Centro de Surf de Somo, escasamente preparado para acoger este tipo de eventos. Desde aquí haré un pequeño ejercicio de nostalgia, y recordaré como, hasta no hace mucho, esperaba la llegada del invierno con bastante impaciencia, pues era entonces cuando Charlie Restegui daba el pistoletazo de salida al “Santander Surf Film Classic”, donde cortos como el presentado por “Nacho” Hergueta tenían un sitio y un adecuado escaparate. Hubiese sido la repera que “Hotel Los Ángeles” se estrenase en el cine del mismo nombre, pero es una pena que, cuando parece que despunta la producción de películas de surf “made in Cantabria” (Alex Kuesta estrenó Akrasia junto a Marce Botín en agosto, y Sean Gunning tiene un proyecto entre manos), tengamos que conformarnos con asumir que nunca volverá a haber un festival de cine de surf en Santander que nos permita, cuando el tiempo y el horario de invierno hacen difícil surfear, hacer lo que viene a llamarse “piña”, entre los surfistas cántabros. El cine ayudaba a conocer a la persona tras el neopreno. Por allí andaba siempre el pesado que siempre se cuela y pilla la buena, y que fuera del agua, es una persona completamente normal que cede a las presiones de sus hijos y les compra chucherías; también pasa por allí el que nunca saluda al entrar al pico, el mismo que no dudará en darte un abrazo al encontrarte en la fila de la taquilla. Niños, padres, abuelos… Muchas generaciones se juntaron frente al cine Los Ángeles, contribuyendo a un sentimiento de “comunidad” que, últimamente, cada vez encuentro más difuso. Lo que me preocupa no es que en los parkings no existan corrillos, que los hay, ni que en el agua haya buen o mal ambiente, que depende del día, sino el poco interés que parecen mostrar aquellos que actualmente se inician en el surf por entablar conversaciones, dejarse ver en eventos, acudir a charlas y cursos de temática surfera, y en resumen, formar parte de una comunidad que existía antes que ellos. ¿Cómo puede ser que cada vez haya más gente en el agua, hasta extremos incluso agobiantes, pero que cuando se organizan eventos y campeonatos, festivales o estrenos de películas, quienes acudan sean siempre los mismos?

En “Hotel Los Ángeles” podemos ver esa amalgama de personajes variados y desfasados que, hasta hace no mucho, se dejaban ver por las taquillas del cine “Los Ángeles” de Santander. Cada uno a su manera, estilo, moda o filosofía, al más puro estilo californiano, que es donde nació el surf, y donde sigue creciendo. Allí hace tiempo que los filmmakers han dado portazo a las archiconocidas cintas con maniobras imposibles y producciones a lo grande: eso ya lo podemos ver en el soporífero Freshwater Pro, y cada día, en nuestros teléfonos. El propio Ignacio Hergueta me comentaba que su intención no era enseñar buen surf, sino simplemente, lo que es el surf. “Hotel Los Ángeles” es el garrafón, botellón, calimocho y Emdbräu de quienes salen todos los viernes, sábados y festivos sabiendo que el próximo fin de semana el plan será el mismo: divertirse tengas lo que tengas entre manos. ¿Y existe acaso algo más valioso que conseguirlo?

Carlos Serrano

 

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