Y el surf murió tras un festival | Por Carlos Serrano
Hace ya 4 años que el Santander Surf Film Classic no se celebra en el mítico cine Los Ángeles de Santander, y todos podemos sentir que la esencia del surf ha ido disipándose cada año.
Carlos Serrano // @charlyserra
El año 2017 siempre será célebremente recordado por dos sucesos funestos para la historia del surf en España. En primer lugar, el “gallo” del pseudo-surfer Manel Navarro en Eurovisión, y después, más doloroso si cabe, la desaparición del Santander Surf Film Classic, el mítico festival de películas y documentales con temática surfera que el santanderino Carlos Restegui sacó adelante durante once inviernos. Es inevitable caer en la melancolía con la lluvia, el viento y la ausencia de olas golpeando en el cristal, pero en honor al recuerdo del Santander Surf Film Classic (2005-2016), hagamos un ejercicio de nostalgia y recordemos un evento que, con su muerte, acabó con buena parte de la escena invernal surfera de Cantabria.
La cola de las taquillas
Acudir al Cine “Los Ángeles” de Santander cuando se celebraba el Santander Surf Film Classic era, en sí mismo, un ejercicio de socialización que jamás podrá ser sustituido por ninguna charla on-line, evento por streaming, o “meeting” de tecnificación surfera. Era allí, mientras esperábamos con frío a que comenzasen las películas, donde veías por primera vez al local mas chungo de tu playa vestido con vaqueros y abrigo, llevando en brazos a un bebé precioso, cogido de la mano de una mujer de cara angelical, y aprendías que la gente fuera del agua no es la misma que el ogro que parecen ser dentro. En la cola del cine se intercambiaban impresiones, se escuchaba a veteranos como Carlos Beraza contar aventuras de juventud, o se planificaban baños invernales a la sombra de los últimos estrenos. Y después de las películas, no faltaba jamás la cerveza, el pincho de tortilla, el cubata, y lo que tocase liarse para combatir el frío santanderino, deseando encontrarnos en los paradisiacos destinos vistos en la pantalla del cine.
Los míticos
Ya he mencionado al mítico entre los míticos, Carlos Beraza, más clásico que un single fin, al igual que añadiré a su hermano Pedro, todavía al pie del cañón en los picos de Cantabria. Ellos eran fijos en las proyecciones del Santander Surf Film Classic, al igual que tantos rostros con los que te cruzabas en la playa, en el párking y las tiendas de surf. En el hall del cine Los Ángeles escuché por primera vez una “historieta” de Eduardo López- Dóriga, el mítico Chore, supe del nuevo invento de Roberto Sánchez Ahau, descubrí que había guitarristas más allá de Jimi Hendrix gracias a Juan Díaz-Terán, y me entró en la cabeza la idea de comprarme un single fin gracias a la insistencia de Javier Vidania. También pude conocer el trabajo de Edu Sánchez con Fuelsurf, las cualidades como actores de los hermanos Gutiérrez, Guille y Gon, y lancé gusanitos a las filas delanteras, donde se sentaban Néstor García y Luis Bolado, ahora “hombretones” capaces de enterrarme en el suelo a base de collejas. Aquel festival sí que era una auténtica red social.
Las sorpresas en cartelera
Recuerdo pocas ocasiones en las que no saliese sorprendido del cine Los Ángeles. A mi cabeza acuden películas como “Orange Sunshine”, cuya temática, la irrupción y auge del LSD en EEUU, parecían muy lejos del surf, pero cuya historia terminó por impactarme a base de mostrarme vidas muy diferentes, y unos años, los 60’, de pura experimentación. Tampoco olvidaré cuando, virgen e inocente, apareció Dave Rastovich surfeando aquella derecha india en “Castles in the Sky”, el celebérrimo film de Taylor Steele, y perjuré, pardillo de mí, que algún día lograría surfear como él. También golpearon mi pecho los “girazos” de los pros en The Drifter, y sería en el Cine Los Ángeles donde pude ver por primera vez, en aquella edición de 2010, las locuras de Jamie O’Brien. Pero lo mejor de dichas películas, además de poder verlas en formato cinematográfico, era comentarlas a la salida, motivarte, y pensar que, al día siguiente, El Sardinero podría llegar a parecerse a las Islas Mentawai. La realidad jamás superaba la ficción.
Las pérdidas de virginidad
Detrás de todo evento hay muchas intrahistorias, tantas como asistentes al mismo. Sé de muchos, colegas y no tanto, cuya adolescencia y juventud comenzaron entre las butacas de dicho festival. Los niños crecían al juntarse con los más mayores, y los mayores retrocedían a la infancia entre los niños. Sé de buena tinta que, en las calles aledañas al Cine “Los Ángeles” se bebía calimocho, mucha cerveza, y olía la mar de bien, al igual que sé de buena tinta que muchos se iniciaron en dichos preparatorios entre las calles que conducen a la calle Alta, esperando a la nueva película de Rob Machado. También me consta que hubo citas entre butacas, manitas, líos subidos de tono y chicas preguntándose qué narices hacían ellas viendo películas de tíos semidesnudos deslizándose sobre olas perfectas. Puede que el cine Los Ángeles pareciese en ocasiones el motel “La teta enroscada” de Abierto hasta el amanecer, pero desde luego, muchos preferíamos eso que ver dichas películas en soledad, ya se desde la cama o el baño, y a través de la pantalla de un teléfono.
Los agradecimientos
Después de este ejercicio de nostalgia, sólo nos queda decir que echamos de menos el Santander Surf Film Classic, al igual que el Cosmic Children Festival y todos los eventos que un día tuvieron lugar en Cantabria, destinados no tanto al lucro, sino por y para el disfrute de una comunidad surfera que, en fechas señaladas, se demostraba unida; o al menos, se conocía. Ahora que las autoridades nos piden distanciamiento, y sabiendo que en muchos picos se expulsa a los surfistas del municipio colindante, conviene recordar que hubo un día, en la cola de una taquilla, donde todos nos reconocíamos y saludábamos. Y todo ello, gracias a Carlos Restegui, promotor del único festival de surf celebrado en Cantabria, y a quien va dedicado este artículo. ¡Muchas gracias, y que vuelva el Surf Film Classic!